Intuición
Mi vecina está sola otra vez. La miro desde mi
ventana, apenas rendija, y lo sé.
Ha salido temprano enfundada en sus jeans, con
el casco no hecho a su medida, como su matrimonio. Arranca su nave y huye.
¿A dónde ira? –pienso- Imagino que recorre las
calles sin una idea, sólo por sentir el viento en el cuerpo, sólo por hacer
rugir la máquina y acallar su corazón. Extraña manera de evadirse, montar una
motocicleta.
Si en alguna ocasión me topo con ella, cada una
saliendo de casa, nos saludamos cordialmente. Una sonrisa obligada, que no se
sepa que soy más allá de mi puerta. Pero se sabe o se intuye.
Yo intuyo su soledad. El paso frío de la cama
al baño, después de una noche de espera. La taza de café olvidada junto al
teléfono, el agua de la regadera que se pierde bajo sus lágrimas.
Intuyo un noviazgo fugaz, un amasiato pronto,
una boda por consideración. La voz entrecortada en la sobremesa, los miles de
te quiero dichos a la espalda. Intuyo un calor que la consume, que se roba sus
mejores años. Un pasión desperdicio. Un cuarto de bebé nada más imaginado.
Intuyo y me asusto, ¿qué ve ella? ¿qué rendija he olvidado tapar para
que nadie se dé cuenta? ¿cuántos olvidos he dejado a la vista? ¿en qué me he
convertido?...
Cierro la ventana. Tiemblo. Intuir es cosa de
mujeres.
Amiga, es tremendo lo bien que escribes... Me quedo "con la boca abierta..."
ResponderEliminarSu matrimonio, no a su medida... Tremendo
¡Que barbaridad!
Un abrazo, Cristina