Ayer me caí.

Ayer me caí.
Caí de rodillas, sin pausas.
Sobre un terreno rocoso, con punzantes aristas hacia el cielo.
Caí rendida.
Mi mente no comprendía cómo ese cuerpo torpe no hizo nada para impedirlo, cómo es que los años vencieron al orgullo.
Tirada ahí, doliente, hinchada, me sentí sola. ¿Dónde estaba la mujer que fui un día? ¿cómo es que me abandonó a la deriva de mis años?
En el esfuerzo por levantarme sentí pena y rabia.

Luego piedad.
Comprendí de golpe contra el suelo que sólo de rodillas se vuelve a ser pequeño.


(6 de diciembre del 2016. Texto en mi computadora)

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